Roses in his bowl i
What is this?
asks their father
placing his index fingers as horns
on top of his head.
The little ones chime in,
Bull!
Lowering his hands,
he forms a vessel,
inquires,
and this?
Bowl!
they shout with excitement.
He repeats the gestures, intones the questions,
a brighter glow in his eyes with each repetition,
as their sense of accomplishment at pleasing Daddy
reaches a crescendo.
They have his attention, they’re special.
At three, five, and eight,
they can pronounce bu and bow better than Mommy,
who learned English at sixteen
and cannot hear the difference.
If English is your second language,
and you marry someone for whom it is the first,
or only one,
you will be the foreigner in your own home.
But then, it won’t be your home
because you are the foreigner.
My children speak fluent English, so-so Spanish.
They console each other
and remember their father’s lessons.
Mom can’t tell a bull from a bowl,
her friends are artists, intellectuals, foreigners.
No need to listen to her.
It’s not their fault.
Hearing undocumented workers called aliens
reassures you that you are the only full human.
Hearing that others are terrorists,
dangerous, bad hombres,
can give you a Messiah complex.
Hearing Let them speak English,
can make you deaf to the pain
and the yearnings
in others’ tongues.
It can make you blind
to the roses
your foreigner mother
planted
in the void
of your father’s hands.
i Written in response to Choman Hardi’s “My Children.”
Las rosas en su cuenco
Escribí este poema en respuesta a “Mis hijos” de Choman Hardi.
¿Qué es esto?
pregunta el padre
colocando sus dedos índice como cuernos
sobre la cabeza.
Las pequeñas, con entusiasmo,
exclaman
¡Toro!
Bajando las manos,
forma un cuenco,
pregunta
¿y esto?
¡Cuenco!
gritan a la vez.
El repite los gestos, entona las preguntas,
su mirada más brillante con cada repetición,
mientras ellas saborean
el logro de complacer a Papi.
Tienen su atención, son especiales.
A los tres, cinco y ocho años
pueden pronunciar bu de bull y bow de bowl
mejor que Mami
que aprendió inglés a los dieciséis
y no puede oír la diferencia.
Si el inglés es tu segundo idioma
y te casas con alguien para quien es el primero,
o único,
serás la extranjera en tu propio hogar.
Pero, entonces, no será tu hogar
porque eres la extranjera.
Mis hijas hablan inglés fluido,
un español más o menos.
Se consuelan mutuamente
y recuerdan las lecciones de su padre,
Mami no puede diferenciar entre bull y bowl,
sus amigos son artistas, intelectuales, extranjeros,
no es necesario hacerle caso.
No es su culpa.
Oír que los inmigrantes indocumentados se llaman aliens
te da la seguridad de ser el único ser humano.
Oír que otros son terroristas,
peligrosos, malvados,
puede crearte un complejo de Mesías.
Oír Que hablen inglés,
puede hacerte sordo al dolor
y los anhelos
en las lenguas de los otros.
Puede hacerte ciego
a las rosas
tu madre extranjera
plantó
in el vacío
de las manos de tu padre.
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