España
• es abril (it's April) • Crepúsculo (Dusk) • Rojo en la arena (Red in the Arena) • La playa más lejana (The Farthest Shore)
es abril
es abril y Andalucía
con su túnica azul violeta
que es azul aura y azul llama,
luciérnaga,
y vuelco del corazón,
que es jacaranda en flor
y primavera en el paraíso
porque el árbol del paraíso
no es el manzano,
no, el manzano es invento
de los escribas que ocultan la verdad,
los escribas y los exégetas
que quieren secreto y sólo para ellos
el árbol de la tentación,
el árbol que es costilla, nervio, médula,
piel, arteria,
brazos que claman al cielo
y bocas que iluminan la noche,
labios y lenguas y dientes que susurran
y tiemblan
y son las mil bocas del árbol-deseo,
que es el color lila y azul lavanda
y todos los azules
del jacaranda de Andalucía.
Inspirado por In my Hurry, “En mi prisa,” de Alberto Ríos.
it’s April
it’s April and Andalucía
with its tunic violet and blue,
which is the color of blue aura and blue flame,
firefly,
and somersault of heart,
which is jacaranda in bloom
and spring in paradise,
for the tree of paradise
is not the apple,
no, the apple is an invention
of scholars and scribes
who want secret and only for themselves
the tree of temptation,
the tree that is rib, nerve, marrow,
skin, artery,
arms that clamor to heaven
and mouths that light up the night,
lips and tongues and teeth that whisper
and tremble
and are the thousand mouths of the tree of desire,
which is the color of lilac and lavender blue,
and all the blues
of the jacaranda of Andalucía.
Inspired by In my Hurry by Alberto Ríos.
Crepúsculo
Baeza, 1997
En el paseo de la muralla,
la higuera, coqueta y morada,
las alcachofas plateadas,
la cenicienta luz.
Junto al Guadalquivir,
el viento agita
el olivar verde acero
salpicado de amapolas.
A lo lejos,
la luna menguante
ilumina
los montes de brumas lilas.
En el paseo de la muralla,
tu rostro junto al de Antonio,
el suyo de bronce,
el tuyo de olvido.
Abril agoniza,
de cardos y abrojos
se cubre
mi risa.
La primavera vacía,
en el paseo de la muralla,
el silencio gotea
sobre las brumas grises.
Dusk
Baeza, 1997
On the promenade of the rampart,
the fig tree, coquettish and purple,
the silvery artichokes,
the ashen light.
On the shores of the Guadalquivir,
the wind rustles
the steel green olive grove
sprinkled with poppies.
In the distance,
the waning moon
lights
hills of lilac mists.
On the promenade of the rampart,
your face next to Machado’s,
his of bronze,
yours of oblivion.
April dies,
thistles and thorns
cover
my laughter.
Spring hollowed,
on the promenade of the rampart,
silence drips
over the ashen mists.
Joan Miró
Rojo en la arena
Con el resplandor en los ojos,
al son del paso doble,
das vuelta al redondel.
Sereno, despides a tu cuadrilla.
Contra su aliento de fuego
lucharás a rojo vivo.
El ascua en sus ojos
te llama,
tu onda de rojo lo atrae,
y en su noble cuello,
con maestría,
clavas
buenos pares de fuego.
Gotas de furia
siembran la arena.
Con el rojo amargo
olfateas.
Para acallar su bramido,
con muestras de arrojo,
alanceas, indagas, revuelves.
Con rojo ciego te mira,
sigue tu mano encarnada.
La cadera doblada,
cargas la suerte
y entrelazados, sin aliento,
fijan
el sol en el firmamento.
Sobre la Torre de Oro,
la luna,
desnudez de plata,
fulgura,
se derrite,
fluye.
Tu espada de fuego,
incierta,
tiembla,
corta.
Su espuma insumisa
florece,
alumbra el Guadalquivir.
Sus fieras astas,
duras como el amor,
suaves como el amor,
mugen las tinieblas,
cantan el corazón del olvido.
Tu estocada certera
te salpica de rojo ceniza.
Con mirada de lentejuela
y labios al rojo vivo, sonríes,
has cortado la flor de la vida.
El cielo se cubre de negro
porque en Sevilla
las golondrinas lloran
al rojo toro de amor.
Ufano,
limpias tu estoque caliente
y raspas los claveles
de tu traje carmesí,
mientras a él lo arrastra
el tiro enjaezado
resonante de cascabeles.
Al son de los vítores
arqueas la espalda,
con gesto bravío
pisas las amapolas en la arena,
y alto, muy alto,
enarbolas su oreja.
Red in the Arena
With resplendence in your eyes,
to the tune of the paso doble,
you strut around the arena.
Serene, you dismiss your quadrille,
against his breath of fire,
you will fight to the live red-hot.
The ember of his eyes
calls you,
your wave of red pulls him,
and in his noble neck,
with sure gesture,
you thrust
six banderillas.
Drops of fury
sow the arena,
with the bitter red
you sniff.
To silence his bellow,
with a show of courage,
you lance, search, rummage.
With blind red, he stares,
follows your hand incarnate.
Hip bent,
you charge fate,
and, intertwined, breathless,
you two fix
the sun in the firmament.
Over the Torre de Oro,
the moon,
nakedness of silver,
shines,
melts,
flows.
Your sword of fire,
uncertain,
trembles,
cuts.
His rebellious foam
blossoms,
lights the Guadalquivir.
With his fierce horns,
hard as love,
soft as love,
he lows darkness,
sings the heart of oblivion.
Your unerring thrust
splatters you ashen red.
With a look of sequins
and live red lips, you smile,
you have cut the flower of life.
The sky darkens
because in Seville
swallows cry
for the red bull of love.
Haughty,
you wipe your hot sword and
scrape off the carnations
from your crimson suit,
while he’s dragged away
by a harnessed team
resonant of sleigh bells.
To the sound of acclamation,
you arch your back,
step on the poppies in the arena,
and high, very high,
hoist his ear.
©freehandz/123RF.com
La playa más lejana
Al atardecer,
en la azotea
me aguardan
el rosa dorado,
el gris argentino,
el azul jacaranda,
el sangriento carmesí,
del cielo sevillano.
Con el crepúsculo
ensombrece
la bóveda pajaril,
las golondrinas,
notas negras
en el pentagrama sideral,
giran,
resbalan,
cabriolean,
silbando
ciñen el viento,
danzan
la grácil sinfonía del aire.
Como giraluna ansiosa,
escudriño
la intimidad de la noche.
En la jaula vacía,
olorosa a azahar,
devuelvo
la mirada diamantina
de la Señora de la Noche.
En lontananza
espejea
la playa más lejana,
maridaje de mar y cielo,
reflejo
de la gracia de estos días
en Sevilla.
The Farthest Shore
In early evening,
on the azotea,
I find waiting
the golden rose,
the argentine grey,
the jacaranda blue,
the blood red,
of the sky of Seville.
Dusk
darkens
the song-filled dome,
swallows,
black notes
on the heavenly staff,
slide,
gyrate,
glide,
whistling,
turn into air,
dance
the graceful symphony of wind.
Eager moonflower,
I scrutinize
the intimacy of night,
in the empty vault,
fragrant of orange blossoms,
return
the diamond gaze
of the Queen of the Night.
On the horizon
shimmers
the farthest shore,
marriage of sea and sky,
reflection
of the grace of these days
in Seville.